Innovación en acero inoxidable
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Publicado em 27/02/20
El acero inoxidable, al igual que muchas otras sustancias utilizadas por el ser humano a lo largo de su historia, nació de un golpe de suerte, pura coincidencia, aunque fue el resultado de una investigación prolongada.
En 1907, el inglés Harry Brearley, trabajador de una fábrica de aceros en su ciudad natal, Sheffield, trabajaba en el laboratorio, buscando crear nuevos tipos de acero.
A pedido de los fabricantes de armas, el joven Harry comenzó a investigar nuevas aleaciones metálicas que tuvieran mayor resistencia al desgaste que ocurría en el interior de los cañones de armas de fuego, provocado por los gases de los estopines.
Sin saber cómo investigar, Brearley comenzó a mezclar metales en diversas dosis, hasta notar que una determinada aleación no presentaba corrosión por oxígeno, es decir, no se oxidaba normalmente, como sucedía con el acero al carbono.
Su objetivo, evidentemente, no era crear un acero con esta característica específica, pero consideró el resultado intrigante, cambiando, a partir de ahí, el rumbo de su investigación.
Finalmente, después de muchas pruebas, Brearley llegó a la combinación ideal de acero, con un 12% de cromo, una aleación que se oxidaba de forma mucho más lenta que el acero común, que, a su vez, no es más que hierro purificado y más resistente, ya que los átomos de cromo, de la misma forma que los de hierro, también se oxidan al contacto con el aire, aunque de manera mucho más lenta.
Al realizar las pruebas para verificar la resistencia a la corrosión, Brearley comenzó a hacer análisis químicos con ácido para verificar hasta dónde llegaba la resistencia y notó que el ácido nítrico, un reactivo común para los aceros, no presentaba ningún efecto negativo.
Acero inoxidable, una aleación más resistente al desgaste, en su intento de satisfacer a los fabricantes de armas, Brearley no logró una aleación metálica para resistir el desgaste de las explosiones de armas de fuego, pero sí logró una aleación metálica resistente a la corrosión.
Su descubrimiento tuvo aplicación inmediata, llevando al acero inoxidable a ser utilizado para fabricar cubiertos que, hasta entonces, se hacían con acero al carbono y se corroían con facilidad debido a los ácidos presentes en los alimentos. Hoy en día, el acero inoxidable incluye otros metales en su composición, como el níquel, y se produce en diversas composiciones de dureza y maleabilidad para diferentes fines.
De esta forma, el descubrimiento del acero inoxidable llevó a la mezcla con otras sustancias, como níquel, molibdeno y otros elementos, presentando propiedades físico-químicas muy superiores al acero común, siendo su principal característica la alta resistencia a la corrosión atmosférica. La resistencia a la corrosión, las propiedades higiénicas y estéticas y su maleabilidad hacen del acero inoxidable un material de múltiples usos, capaz de satisfacer los más diversos tipos de demanda.
Además de su resistencia, el acero inoxidable utiliza productos básicos de limpieza, como jabón neutro, detergentes suaves y soluciones de amoníaco en agua tibia. Basta con tener los cuidados necesarios para mantener la higiene y el acero inoxidable durará años, siempre con la misma belleza y practicidad.